Terapia con Perspectiva de Género

Tiene en cuenta los mandatos diferenciados en los que nos educan, tanto a hombres como a mujeres, y que hace que nos enfrentemos a los acontecimientos, etapas y problemas que van apareciendo a lo largo de la vida de una forma diferente.
Tener en cuenta estas diferencias permite que el trabajo terapéutico sea más efectivo, ya que, tras estados de ánimos, emociones o sentimientos como la culpa, el desánimo, la tristeza, sobrecarga, ..., es bastante probable que para el hombre las causas de su malestar sean unas razones, y para la mujer sean otras.
Ansiedad, depresión, miedos...

El estrés

El estrés es una reacción fisiológica del organismo frente a situaciones externas que resultan amenazadoras o desafiantes y que requieren una respuesta para hacerles frente, provocando en ocasiones desequilibrios emocionales. Cuando las diferentes presiones a las que se ve sometida una persona se prolongan o intensifican en el tiempo, pueden llegar a afectarlas de manera negativa llegando a provocar miedos, irritabilidad, confusión, cansancio, nerviosismo, insomnio, ...

Terapias de parejas

Terapias de pareja e individuales destinadas a ayudar a solucionar las dificultades en la convivencia, problemas de comunicación, rutina, etc.
El objetivo del trabajo terapéutico está orientado a la obtención de una visión más objetiva de la relación y facilitar herramientas que permitan a la pareja tener una comunicación más efectiva que ayude a solucionar sus problemas y conseguir una relación más sana y respetuosa para ambos.

La culpa

La culpa es una emoción que experimentamos todas las personas, pero, debido a la socialización de género, las mujeres la sienten con más intensidad cuando no cumplen con el papel que "se espera de ellas".
La culpa condiciona lo que hacemos, pensamos y sentimos sobre nosotros y nosotras mismas.
Como ejemplo de cómo interfiere la culpa en el día a día de las mujeres, se transcribe el texto de Irantzu Valera, extraído del libro "La Psicoterapia de Equidad Feminista" de la Asociación de Mujeres para la Salud:

Me siento culpable

“Por no tener hijos. Por ser una egoísta que sólo piensa en sí misma, y no es capaz de ocuparse del cuidado de otras personas. Por tener envidia de las que sí los tiene.

Por tener hijos. Por no dedicarles el tiempo que necesitan y dejarles con otras personas y a veces tener ganas de salir corriendo y a veces darle de cenar tarde, comida precocinada. Por tener envidia de las que no los tienen.

Por tener pareja. Por fantasear de cómo sería encontrar a alguien que me despertara verdadera pasión, y no esté calorcito rico que a veces me recuerda a unos calcetines gordos. Por tener envidia de las que son libres.

Por no tener pareja. Por no haber encontrado a alguien que me quiera lo suficiente como para que el calorcito que sigue a la pasión inicial me baste. Por no haber querido lo suficiente a quienes se han atrevido a quererme. Por tener envidia de las que tienen con quien pasar las tardes de los domingos.

Por tener trabajo. Por ganar dinero con el ejercicio rutinario de mi mediocridad discutiblemente útil. Por gastármelo en cosas que no necesito. Por no ahorrarlo para cuando lo necesite. Por no compartirlo.

Por no tener trabajo. Por haber decepcionado a quienes pensaron que iba a ser algo en la vida. Por vivir del cuento. Porque –a veces- me importa mucho. Por no poder pagarme las copas.

Por follar. Por no follar. Por desear a quien no debo. Por no desear a quien debo. Por desear a quien me desea. Por no desear a quien me desea.

Por ir al gimnasio. Por no ir. Por comer mal. Por comer mucho. Por comer poco.

Por decir lo que pienso. Por no decir lo que siento.

Me siento culpable por ser como soy, y por no ser como esperaban que fuera. Porque no soy como creen. Y porque no soy como quisieran que fuera.

Me siento culpable por sentirme culpable.

Y veo mujeres sin culpa, sentirse culpables por lo mismo que yo. Y, por lo contrario.

Y me pregunto si no será, la culpa, una estrategia para que nunca estemos contentas, para que nos dejemos culpar de lo que sea, para que encontremos siempre una excusa para agachar la cabeza.

Y me siento culpable por preguntármelo”.